El título de Médico se justifica mediante la directiva 2005/36/CE, relativa al reconocimiento de calificaciones profesionales y la Ley 44/2003 de 21 de noviembre de ordenación de las profesiones sanitarias. Esta legislación vigente conforma la regulación de la profesión de Médico tras el requisito de estar en posesión del correspondiente título oficial de Grado, obtenido de acuerdo con lo previsto en el artículo 12.9 del Real Decreto 1393/2007 (Acuerdo del Consejo de Ministros de 14 de diciembre de 2007, publicado en el Boletín Oficial del estado de 21 de diciembre del mismo año). Inmediatamente después, el 13 de febrero de 2008, se publica la Orden ECI/332/2008, por la que se establecen los requisitos para la verificación de los títulos oficiales que habiliten para el ejercicio de la profesión médica.

Dejando al margen las consideraciones oficiales, habría que reseñar que el “médico” ha existido desde las culturas más antiguas conocidas y se mantendrá como tal hasta que la humanidad se extinga. A su vez, la enseñanza de la Medicina es tan extensa como la existencia de la propia Universidad, aunque las especiales características de desarrollo científico y tecnológico del siglo XX y la creación de la Unidad Europea en su segunda mitad, han configurado un espacio de convergencia único para la regulación de la profesión médica y para su enseñanza.
En los comienzos de este siglo XXI, los sistemas sanitarios de los países desarrollados tienen una variada problemática derivada del propio estado del bienestar, de la aparición de nuevas tecnologías aplicadas al diagnóstico y al tratamiento, de la aplicación de los programas de detección precoz de enfermedades y de promoción de la salud, o del aumento de la demanda sanitaria por parte de una población mejor formada, mas expectante e incrementada en número por el proceso de envejecimiento. Si esta es la cara, la cruz de la moneda es la práctica de la profesión médica en los países del tercer mundo en donde el “disdesarrollo” se hace especialmente evidente en los cuidados sanitarios y en las disponibilidades económicas, diagnósticas y terapéuticas.
Es de esperar que los estudiantes del Título de Grado en Medicina afronten en el globalizado mundo donde les tocará ejercer la profesión médica, los retos de uno y otro sistema. En todo caso, en su ambiente prioritario, la educación médica del espacio europeo debe intentar conseguir en ellos un perfil profesional de médicos que traten enfermos, no enfermedades, de médicos con actitud crítica, comunicadores y empáticos, capaces de tomar decisiones adecuadas para el paciente y para el sistema, efectivos y seguros, al propio tiempo que honrados y fiables.
La modificación actual del Plan de estudios, enmarcada en la puesta en marcha del Espacio Europeo de Educación Superior, intenta compensar la técnica con la vertiente humana, incorporando formación en investigación y aumentando las habilidades de comunicación y la formación ética. Por otra parte, el incremento de la enseñanza práctica reduce componentes de enseñanza especializados, centrándose más en los conocimientos transversales.
Un logro prioritario de las Facultades de Medicina debe residir en inculcar a los estudiantes de Grado que su devenir futuro reposará sobre los hábitos de aprendizaje y de sentido crítico a lo largo de toda su vida profesional.
La Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid afronta el reto presente desde una historia muy larga, que se remonta a 1404 –creación de la Cátedra de Física por orden del Rey Enrique IV de Castilla-, aunque no se conservan expedientes estudiantiles anteriores a 1546. Carlos I dio el permiso real al Departamento Anatómico para hacer disecciones en los cuerpos humanos y en 1563, Felipe II decidió que el sistema vigente no era suficiente para probar la cualificación del médico, dando orden de realizar un riguroso examen tras el cumplimiento de dos años de prácticas bajo la vigilancia de un doctor de reputado nombre y prestigio. El estudio de la medicina se apoyaba en cuatro Cátedras: dos vitalicias, “Prima” y “Víspera”, y otras dos más pequeñas, temporales, de las áreas de Medicina y Anatomía. El propio Felipe II ordenó en 1594, la creación de la Cátedra de Cirugía para añadir a las cuatro existentes. En el transcurso del siglo XVI fue construido el primer cuarto de disección del mundo de habla hispana (Prima Hispaniorum Erecta), en el cual se llevaban a cabo autopsias y otras disecciones muy avanzadas para la época. En 1807, fueron suprimidas todas las Facultades Médicas de España, a excepción de Salamanca y de Valencia, pero la ley nunca fue puesta en ejecución real ya que un año más adelante, tras la invasión de España por las tropas napoleónicas, se reimplantaron los Estudios de Medicina en Valladolid. En 1845, la enseñanza de la Medicina y Cirugía se traslada a Salamanca, restableciéndose en nuestra Facultad de nuevo desde 1857, sin interrupción hasta nuestros días. En octubre de 1889 fueron inauguradas unas nuevas instalaciones de la Facultad en el sitio actual, que se combinaban con la reconstrucción del antiguo Hospital de la Resurrección (fundado en 1553). En 1960 se construyó el edificio del bloque central actual conservando la vieja ala de anatomía, y en 1977, el Hospital Clínico Universitario. A partir de 1995 el Hospital del Rio Hortega pasa a tener consideración de Hospital Universitario y en ese mismo año de 2009, renovo sus instalaciones en un nuevo emplazamiento. El Plan vigente de Licenciado en Medicina, aprobado en 1994 permitió desglosar de las antiguas Médicas y Quirúrgicas, nuevas asignaturas de Patología Médico-Quirúrgica por Aparatos y dedicar un semestre completo del 6º Curso a Prácticas Médico-Quirúrgicas, de Pediatría y de Obstetricia y Ginecología. Partimos por lo tanto para la elaboración del Plan de Grado en Medicina desde una situación ventajosa respecto a otras Facultades puesto que llevamos 15 años de experiencia docente con un diseño similar al que se propugna en la convergencia europea, aunque con menor contenido práctico.

Desde la historia, pero en el presente, la Facultad de Medicina de la UVA debe contribuir a la creciente demanda de médicos que precisa nuestro sistema sanitario. La práctica totalidad de los licenciados en Medicina de la UVA pasan a formar parte del colectivo MIR en la etapa postgraduada. Los resultados obtenidos en la prueba de ámbito nacional nos sitúan en los dos últimos años, en el grupo de cabeza de las Facultades de Medicina del país (siete primeros puestos) según información facilitada por el Ministerio de Sanidad.
La jubilación próxima de facultativos de promociones numerosas, el incremento de la especialización y la tecnología, la feminización de la profesión y el aumento de habitantes por el repunte de la natalidad y la emigración son algunas de las causas básicas de esta demanda. Pero no podemos dejar de mencionar también el traslado de nuestros jóvenes graduados a otros países del entorno europeo para el ejercicio profesional, dadas las facilidades existentes y determinadas ventajas económicas y de consideración social. En todo caso, la demanda numérica en primera opción para acceder a los estudios de Medicina de la UVA es muy elevada y la más significativa de toda la Universidad. Como cabe imaginar la nota de corte de las Pruebas de Acceso de la Universidad ha experimentado asimismo un notable incremento en los últimos años.